Aquella mañana se desveló a las 6 y tras dar muchas vueltas en la cama, no logró conciliar el sueño.

A las 7 se cansó de mirar los minutos en el despertador y se preparó un café cargado.
– Gaby, ¿ dónde vas tan temprano?
– María, tengo que preparar un expediente muy complicado. Se trata de una clínica, operaciones vinculadas, ajustes primarios, secundarios, en fin, un follón.

Gaby solía reservar el lunes para las visitas de inspección. Solia envidiar las 6 cifras que se atribuían de sueldo a los asociados de los despachos internacionales,  así que para estar a su altura, descartó su look más casual y escogió su camisa oscura de Antonio Miró y el traje de Adolfo Domínguez.

Siempre pensaba que en el primer día de la semana, a primera hora, a las 9 de la mañana, los asesores tendrían menos tiempo para inventar estrategias imaginativas y optarían por limitarse a confesar la verdad, con lo que el procedimiento iría más fluido.
Aquel día estaban citados los abogados de un cirujano estético con clínica en la Diagonal.
Ya los conocía de otros expedientes,formaban un equipo muy solvente, licenciados en Derecho y Máster en Tributación en Esade.
En esta comprobación, los ingresos se acercaban bastante a la realidad,  pero el médico, para aligerar la factura fiscal,había insistido en incorporar como gastos inversiones inmobiliarias, por lo que el resultado a ingresar alcanzaba al menos 60.000 euros por cada año.
Pero el problema no era el cirujano, ni el repaso del tema de Irpf para el preparador.
No dejaba de pensar en  Carolina,  en aquella minifalda que dejó escapar en la cervecería alemana en el curso de Madrid.
Aquella noche de la plaza de Santa Ana, a las 5 de la mañana, despues de la barra libre de black label que se recetaron, empezaron a rozar levemente sus manos en la barra y sus cuerpos empezaron a sentir que aquello era más que una amistad. Aquel bar,famoso por estar abierto de madrugada y que solían frecuentar, entre otros, la infanta Cristina y el desterrado Urdangarin en sus años de noviazgo, fue testigo de sus primeros flirteos.Después del esfuerzo que supuso aprobar la oposición de técnico de hacienda,el futbolista quería que aquello fuera su mundo, convertir los fresnos en su jardín, quedarse para siempre a vivir en el Ief.
También disfrutaron de un fin de semana en Granada. La promoción organizó un viaje al que acudieron al menos 30 miembros.
Aquella visita le costó una fuerte discusión porque María, su actual esposa y por entonces su novia, no entendió que el fin de semana lo dedicara a irse con sus compañeros,en lugar de cumplir con los deberes del noviazgo.

En aquellos días,se sentía vivo, ilusionado, las clases del Instituto de Estudios Fiscales le parecían el centro de su universo, respiraba, era simpático. Todos reían sus chistes y celebraban disfrutar de la compañía del futbolista malaguita. El sábado fueron de tapas por el centro y acabaron en la plaza de la Romanilla, en la famosa terraza del Aguador. Aquella noche,Alex, el simpático dueño del local, también aficionado al fútbol, que conocía a Gaby de sus tiempos de juvenil en el Málaga, decidió invitarlos a unas copas extra. -A ver, tú, el futbolista, ¿qué tomas, otra 1925? – No sé, – Venga, que te invito. -Entonces, un Martin Miller. – Ja,ja, mira qué listo. -Vale, uno para ti y tu novia. -Ja, ja, Carolina no es mi novia. -Bueno, lo que sea, ja,ja.. Después de los gin tonics, la temperatura fue subiendo, y fruto  más de la embriaguez del aprobado que del escocés, la cogió de la mano y se escapó con ella del grupo. Cerca de la Catedral,la empotró contra la pared y sucumbió a sus deseos. Tras el fugaz calentón, regresaron con el grupo, intentaron disimular y seguir la fiesta como si no hubiera pasado nada. Carolina también tenía novio, llevaba 10 años con él y a Gaby y al resto de compañeros les parecía un pánfilo que no pintaba nada con la bella Carol. Mientras recordaba aquellos días, tratando de centrarse inútilmente en la visita de los abogados del cirujano, afrontaba la realidad de que ahora trabajaba en Barcelona, y aunque llevara un traje de diseño, iba a trabajar en un Renault Megane burdeos viejo de segunda mano y que su matrimonio se habia convertido en ese viejo Meganne, era resistente, aburrido, seguro, pero también mediocre,convencional. Quizás podría durar muchos años más , pero él, cuando entrenaba en los campos de juvenil, soñaba con jugar en el Madrid, o por lo menos en Primera división, ir los sábados a cenar al Asador donostiarra  de vacaciones a París , y en lugar de aquella vida, ahora le tocaba pasar los sabados en el Ikea

¿Debería llamar a Carolina?
¿Qué sería lo que le habría pasado en Canarias?
¿Habría dejado al novio pánfilo?
En ese momento le sobresaltó el timbre del teléfono de la oficina.
¡Coño! ,¿ Quien será?
¡ Sí?
Ah, Pablo, Qué tal? Era Pablo, su preparador, recordándole que el jueves tenía que cantar temas. -¿Cómo lo llevas? -ESto, eh, bien, ha sido una semana difícil. -Ya, ¿qué te pasa, Gabriel? Que tienes el primer oral en 8 semanas. – Nada. – ¿Nada? Te crees que la policía es tonta. Algo estás pensando. Bueno, me lo cuentas el jueves. Esa no era la llamada que estaba esperando. Dejó los apuntes del expediente, y se dispuso a llamar a Carolina.
Continuará..